martes, 19 de enero de 2021

📖 LECTURA DEVOCIONAL ☕



Enero 19


«Yo reprendo y castigo a todos los que amo»

Apocalipsis 3:19.

    ¿Son las aflicciones externas motivos para el desánimo y la preocupación? 

¡Cómo nuestros corazones fallan y nuestros espíritus se hunden bajo las muchas varas aflictivas de Dios sobre nosotros! 
Pero nuestro alivio y consuelo bajo todas ellas se encuentra en Cristo Jesús, ¡porque la vara que nos aflige se halla en la mano de Cristo que nos ama! 

Su designio en la aflicción es nuestro beneficio (cf. He. 12:10). 
Ese designio suyo para nuestro bien sin duda lo llevará a cabo, y después de eso ya no habrá más aflicciones para siempre.

«El enjugará toda lágrima de sus ojos» 
(Ap. 21:3). 

Por lo tanto, dos cosas son más evidentes:
    1. Nada puede consolar al alma sin Cristo
Él es el alma que le da vida a todos los consuelos; estos estarían muertos sin Él. 
Los disfrutes temporales, las riquezas, los honores, la salud, las relaciones, no ofrecen ni una gota de verdadero consuelo sin Cristo. 
Disfrutes espirituales, ministros, ordenanzas, promesas, son fuentes selladas y manantiales cerrados hasta que Cristo los abra; un hombre puede andar sin consuelo en medio de todas estas cosas.
    2. Ninguna dificultad o aflicción puede abatir el alma que Cristo consuela. 

«Como entristecidos, pero siempre gozosos» 
(2 Co. 6:10). 

Un creyente puede caminar con un corazón lleno de consuelo en medio de todas las aflicciones del mundo. 
De modo que la conclusión se mantiene firme: que Cristo, y solo Cristo, es el consuelo de los creyentes.

—John Flavel

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